Se asumió como “un cristiano que ora” y dice que Jesús es ahora un “espíritu palestino”.
El dictador de Venezuela, Nicolás Maduro, a través de su programa “Con Maduro más alegría” que es una especie de programa similar a Las Mañaneras de López Obrador, en su emisión número 20, se dijo calificó a sí mismo como “cristiano”.
Sin embargo, segundos después, dijo que “soy cristiano practicante. Cristiano de oración y de acción. Cristiano directo de Cristo”.
Pero luego, empezó a sentenciar varias falacias respecto a la historia, característica de todo gobierno populista.
Elucubró que Jesucristo se “rebeló contra la dominación del imperio Romano. Jesucristo fue el primer antiimperialista de la historia moderna”.
España, culpable
En un lapsus, sentenció que Jesús fue crucificado y condenado injustamente por el Imperio Español (sic), y las oligarquías (sic) que dominaban la zona.
Agregó que “murió y resucitó para la vida inmortal como un espíritu palestino”.
El dictador hizo un llamado a los cristianos, a los musulmanes (que son mis hermanos) y a los judíos para exigir las resoluciones de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) para expulsar a los hebreos de Gaza.
Para ver el programa completo (las ocurrencias están alrededor del minuto 01:39:38)
El dato: ¿Qué es el populismo?
Aunque no existe una única definición de populismo, esa forma de política cuenta con varias características.
Los populistas todo el tiempo invocan al “pueblo”. Para los populistas, solo hay un pueblo y una única opinión. Los populistas, en su opinión, son los únicos que conocen, comprenden y defienden las necesidades del pueblo.
El pueblo es un imaginario en los medios del poder que está en constante oposición a “los otros”, a menudo a “los de arriba” (conservadores, neoliberales, PRI, PAN, PRD o gobiernos pasados). Siempre argumentan que medios de comunicación con corruptos o alejados del pueblo, con quien han perdido toda conexión.
Los populistas fomentan el miedo y la inseguridad a partir de relatos negativos. Advierten de los peligros de jueces, minorías, feministas o migrantes. Para ellos, los partidos políticos, los derechos humanos y la democracia son un peligro para la cultura nacional y la nación.
Situaciones complejas las simplifican de manera grotesca, lloran, manejan emociones para crear la impresión de que los populistas están mejor preparados para resolver los problemas que “la élite del poder”.
El populismo en un país cuenta siempre con uno o varios líderes carismáticos para imponer la voluntad del “pueblo” contra todos.