Vivienda abandonada y comercialización proptech con una política planeada, podrían dar resultados positivos.
Al inicio de este gobierno, según lo dio a conocer el titular de la Secretaría de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano (Sedatu), Román Meyer Falcón, habría en México más de 5 millones de viviendas abandonadas en México, y de las cuáles, corresponderían a Infonavit una cartera de más de 680 mil de éstas.
Durante años, se han hecho diversos diagnósticos sobre el efecto, los colaterales, los perjuicios y el deterioro social que presenta la vivienda abandonada en México. Pero también, hay pocas ideas para empezar a hacer un diagnóstico, y encarar el problema a fondo.
Entre 2010 y 2015, cuando inició a profundidad el efecto de la crisis inmobiliaria, las viviendas que partían de un esquema de oferta, sobre todo para el tema social, se compraban terrenos baratos sin importar en donde estuvieran, porque aunque el producto era de cierta calidad, se asumió que la gente iba a querer vivir ahí, pero no pasó así.
“Siempre hay tres vertientes en la vivienda: calidad, tamaño y ubicación. Y la que se decidió sacrificar fue la ubicación. Pero fue un pecado no preguntarle a la gente qué quería, sobre todo cuando es un mercado que es elástico a la demanda. Más a la demanda que a la oferta. Se dio una consolidación para hacer vivienda vía Infonavit, a tres horas de los centros de trabajo, con tierra barata. Pero evidentemente la gente se dio cuenta que no tenía la calidad de vida, y acabaron regresándose a casa de sus papás”, reflexiona Juan Huicochea Mason, MRED Wang Fellow, en el Massachusetts Institute of Technology (MIT).
Opciones de entrada para analizar
“Evidentemente, hay un millón de casas abandonadas y nos quedamos cortos. Y ahora no solo están vandalizadas, están tomadas, y con mala calidad. Son varios retos. Si se quisiera llevar una política de recuperación, la tecnología podría ayudar a abrir nuevos mercados, a darle liquidez a nuevos mercados vía short rentals, o segmento industrial, u hospitality, pero hay que ser muy creativo para hacerlo”, agrega el especialista del MIT.
Huicochea Mason agregó que el éxito también depende de una política pública, ya que si se quiere regresar a las familias a esos proyectos, se necesitan lugares y puestos de trabajo orgánicamente desarrollados a corto o largo plazo.
Posibles modelos asiáticos
Ejemplificó que se podrían analizar vertientes de modelos asiáticos que han tenido éxito:
“Puede ser un esquema como el asiático, donde se afirma que vamos a crecer económicamente para que después lo hagan las ciudades. El reto está en implementar fuentes de trabajo y que no sean solo descansatorios laborales. Se pueden hacer esquemas más de comercialización que de tokenización o de crowdfunding, que demuestren que esos cascos tienen un valor que no han demostrado todavía”.
Cabe recordar que desde 2016, se habló de implementar en México las llamadas Zonas Económicas Especiales (ZEE), que en Asia operan como instrumentos de desarrollo económico que plantean, a partir del aprovechamiento del potencial productivo y los recursos de una región, la creación de polos industriales que fomenten el desarrollo regional y local (Park, 1997).
Al mencionársele los enormes stocks de vivienda abandonada en Guadalajara, conocida también como la Chernóbil mexicana (por su aspecto fantasmagórico), dijo que se podría hacer algo al respecto, tomando en cuenta el potencial de la zona de Guadalajara.
“Tenemos un montón de stock. Y Guadalajara todavía tiene mucho que ver porque es un hub tecnológico y puedes generar varios apéndices de innovación, servicios, industrial, con la obvia generación de fuentes de trabajo, que saldría más barato que volver a hacer una ciudad completa, como está pasando en otras áreas del país. Ya tienes esas viviendas aterrizadas. Pero la gente no se va a ir de ahí si hay fuentes de trabajo”.
Foto: Georgina-García-Solís
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