La publicación Pedro Páramo en 1955, logra un éxito de la crítica nacional e internacional.
A 38 años de su muerte, la Secretaría de Cultura del Gobierno Federal y el Inbal hicieron un homenaje al autor de Pedro Páramo y el Llano en llamas, dos de las obras cumbre de México que han sido traducidas a más de 50 idiomas.
Su nombre verdadero fue Juan Nepumuceno Carlos Pérez Rulfo Vizcaíno, quien fue originario de San Gabriel, Jalisco, donde vivió una infancia llena con carencias económicas debido a la muerte de su padre, cuando contaba con 6 años.
Al morir su madre, se muda a Guadalajara para cursar los estudios superiores, justo cuando estalla la huelga en la Universidad de Guadalajara.
Posteriormente, llega a la Ciudad de México en 1935 para ingresar al Colegio Militar por recomendación familiar, sin embargo, ingresa como oyente a la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) en la Facultad de Filosofía y Letras de la hoy unidad Mascarones de la UNAM y en la de Derecho en San Ildefonso.
La soledad de una oficina
Por invitación de Manuel Ávila Camacho, se integra como funcionario a la Secretaría de Gobernación, donde labora más de 10 años, que es cuando Rulfo inicia la escritura de sus relatos, abordando temas de la idiosincrasia mexicana como la muerte, la enfermedad, olvidos, remembranzas, la orfandad, la pobreza y el desencanto, en una serie de asombrosos textos que publicaría en 1953 bajo el título El llano en llamas.
Pero el éxito llega con la publicación de la novela Pedro Páramo en 1955, que es un éxito de la crítica nacional e internacional.
Entre las personalidades que han destacado el legado de Rulfo están son los premio Nobel de Literatura 1994, Kenzaburo Oé, a quien conoció en 1976 en un bar de la Zona Rosa; el Nobel 2012, Mo Yan; el Nobel 1981, Elías Canetti, o el Nobel 2000, Gao Xingjian.
Legado fotográfico
Juan Rulfo recorrió gran parte de México y realiza diversos estudios en fotografía, lo que le permite enriquecer su obra con ficción, historia, la tradición literaria escrita y las vertientes orales.
Aparte de publicar El llano en llamas en 1953 que consta de 17 relatos, y la novela Pedro Páramo, en 1955, escribió argumentos y textos como El gallo de oro (1958) con aportes al guion cinematográfico y que fue estrenada en 1964, con guion de Carlos Fuentes y Gabriel García Márquez, dirección de Roberto Gavaldón y actuaciones de Ignacio López Tarso y Lucha Villa.
Debido a su interés por el séptimo arte, se incluye la escritura del guion para el cortometraje El despojo (1959), un filme experimental bajo la dirección de Antonio Reynoso, así como su intervención para La fórmula secreta (1964), bajo la dirección de Rubén Gaméz y voz del poeta Jaime Sabines, obra que ganó el I Concurso de Cine Experimental, apoyado por el Inbal y la Universidad Nacional Autónoma de México.
Sus dos obras más destacadas han sido traducidas a más de 50 idiomas, entre ellas, el inglés, francés, alemán, portugués, holandés e italiano, pero también al serbocroata, ucraniano, griego, chino, japonés, turco, hebreo, lapón y árabe.
Obtuvo los premios Xavier Villaurrutia, 1955 por Pedro Páramo; el Nacional de Letras, 1970; el Príncipe de Asturias 1983. Murió en la Ciudad de México el 7 de enero de 1986.
Vine a Comala
“Vine a Comala porque me dijeron que acá vivía mi padre, un tal Pedro Páramo”, es el inicio de una de las novelas más importantes de la literatura mexicana, Pedro Páramo, la cual ha sido considerada por los críticos como una obra que renovó la literatura nacional a mediados del siglo XX.
“Al escritor hay que dejarle el rumbo de los sueños porque a veces no puede con el de la realidad”, dijo Juan Rulfo en una entrevista.
Reconocen legado
Además, el impacto de la literatura rulfiana también se explica por la temprana atención que recibió de la crítica y diversas reflexiones de los escritores Jorge Luis Borges, Gabriel García Márquez, Mario Benedetti, Carlos Fuentes y José María Arguedas, entre otros. También los críticos Emmanuel Carballo, Carlos Blanco Aguinaga, Emir Rodríguez Monegal, Hugo Rodríguez Alcalá y Joseph Sommers, entre otros.
Fuera del ámbito hispanoamericano, han escrito sobre Rulfo autores de la talla de Günter Grass, Elias Canetti, Tahar Ben Jelloun, Susan Sontag, Kenzaburo Oé, Urs Widmer, Gao Xingjian y el crítico inglés Jean Franco.
Borges escribió en 1985: “Pedro Páramo es una de las mejores novelas de las literaturas de lengua hispánica, y aun de la literatura.”
Por su parte, Gabriel García Márquez, en 1978, dejó este testimonio: “A Juan Rulfo, por otra parte, se le reprocha mucho que sólo haya escrito Pedro Páramo. Se le molesta siempre preguntándole cuándo tendrá otro libro. Es un error. En primer término, para mí los cuentos de Rulfo son tan importantes como su novela Pedro Páramo, que, lo repito, es para mí, si no la mejor, si no la más larga, si no la más importante, sí la más bella de las novelas que se han escrito jamás en lengua castellana. Yo nunca le pregunto a un escritor por qué no escribe más. Pero en el caso de Rulfo soy mucho más cuidadoso. Si yo hubiera escrito Pedro Páramo no me preocuparía ni volvería a escribir nunca en mi vida.”
Por su parte, Susan Sontag, afirmó: “La novela de Rulfo no es sólo una de las obras maestras de la literatura mundial del siglo XX, sino uno de los libros más influyentes de este mismo siglo.”