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Gimme Shelter: Cómo los Rolling Stones acabaron con la utopía hippie

El 6 de diciembre de 1969 el mito de la era hippie llegó a su fin con un desastroso concierto de los Rolling Stones.

Primer movimiento: El mundo era feliz

Uno de las máximas aspiraciones del ser humano ha sido la felicidad y la convivencia entre pares. A lo largo de la historia, en esa búsqueda, sin embargo, los jóvenes acaban siendo rehenes de su propio hedonismo y placer.

Aunque hay movimientos históricos que los empoderan a través de una gran politización, los movimientos pacifistas acaban siendo meros ensayos de un mundo feliz que acaba en ingenuidad.

Uno de estos ejemplos notables se dio en Estados Unidos con el nacimiento de la cultura hippie en los inicios de 1960. La ciudad de San Francisco fue considerada su meca, ya que de ahí convergió la influencia de una música folk contestataria, un estilo de vida comunal, espontáneo, el no uso de la violencia y el uso frecuente de todo un amplio mainstream de drogas.

Hay que recordar tan solo el uso masivo que tuvo el LSD entre los jóvenes. Incluso, hay especialistas que aseguran que esta droga fue una filtración para controlarlos. Los años 60 llevaron a los jóvenes en EU a una libertad —que derivó en libertinaje— que los llevó también a un callejón sin salida. Ante ello, es sintomático quela combinación de drogas, sexo, rock, violencia y nihilismo existencial, mostraron su cúspide y agonía en un solo y único documento fílmico: “Gimme Shelter” (Denme asilo) con el grupo Rolling Stones en el protagónico.

Segundo movimiento: El Beatle y la desilusión

Pero un Beatle ya se había asomado a ese mundo. Según versiones de revistas de rock, en 1966, George Harrison, el guitarrista de los Beatles, visitó el barrio de Haight Ashbury para ver de cerca la llamada contracultura hippie sobre la que tanto había leído (y el resto del mundo).

Los hippies ya eran una tendencia mundial, y uno de sus argumentos centrales era que vivían la famosa “era de Acuario”, donde todos los conceptos iban a concentrarse en un ambiente de creatividad, amor, música, poesía y una nueva forma de ver la vida, con mayor hedonismo, menos guerras y menos política.

Sin embargo, la visita de Harrison a ese barrio no terminó bien. Posterior a su encuentro con los también llamados “love childs”,  el músico, cuando se le preguntó lo  que pensaba sobre la comunidad de Haight Ashbury en el llamado “Verano del Amor”, simplemente respondió:

 – Si todo es así, es demasiado.

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Harrison en Ashbury. Todo cambió.

Posteriormente, en otra entrevista, Harrison externó su cambi de opinión respecto a los hippies.

“Pensaba que el Haight sería algo como King’s Road (otra comunidad creativa de Londres), solo que más. De alguna manera, esperaba que todos fueran dueños de sus propias pequeñas tiendas; que todos fueran agradables, limpios, amistosos y felices. Pero solo encontré pequeños adolescentes horribles”. 

Y agregó: “Fui allí esperando que fuera un lugar brillante, con gitanos maravillosos haciendo obras de arte y pinturas y artesanías en pequeños talleres. Pero estaba lleno de horribles chicos con manchas que abandonaban la escuela y se drogaban masivamente, y eso me alejó de toda esa escena”.

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Tercer movimiento: Una moto aplastó el sueño.

Dirigida por David Maysles, Albert Mysles y Charlotte Swerin, “Gimme Shelter” (1970), el extraordinario documental que produjeron y protagonizaron los Rolling Stones, acabó por enterrar la falsa idea sobre los hippies pacifistas y sobrios en la década de los 60 y apuntó al génesis de una nueva figura juvenil: las bandas violentas.

La película, en su formato de documental, sigue siendo un referente, porque no solo es una joya de edición periodística seria, sino porque los Stones tuvieron la honestidad de desnudarse y mostrarse realmente frente al público.

Balance de un concierto al aire libre

Al inicio del documental, un locutor de la radio KSAN, afirmaba que los Stones habían actuado en todo Estados Unidos sin ningún contratiempo.

Pero el gran concierto gratuito que se realizó en Altamont, con más de 350 mil asistentes, arrojó 4 partos, 4 muertes y mucho tumulto.

Una de esas muertes apunta a un asesinato. Un hombre de color que fue apuñalado hasta la muerte por un pandillero perteneciente a la banda Hell´s Angels.

Antes de lo intenso de la película, hay una secuencia cuando están cantando y recitando los versos de Wild Horses y a un Keith Richards que muestra sus botas de piel de víbora desgarradas y rotas.

A través de los audios con el locutor de KSAN, hay insultos a Mick Jagger por parte de uno de los elementos de la banda de los Hell´s Angeles, que operaron como cuerpo de seguridad autónomo.

Un tráiler alternativo de la película.

“Hey, esa moto es mía!”

Un primer conato de bronca fue porque no querían que les pisaran las motos:

Sunny, uno de los Hell´s Angels, describe el inicio de la bronca:

“Yo no fui a vigilar nada. Yo no soy un policía. Mick Jagger le echó la culpa a los Angels. Nos hizo pasar por imbéciles. Nosotros pagamos el pato por ese imbécil (Jagger se sorprende por la afirmación). Ellos (Los Rolling) me pidieron que me sentara al borde del escenario para no dejar pasar a nadie. Y que podría tomar cerveza hasta que el show terminase. Pero todo comenzó cuando se empezaron a meter con nuestras motos. Tal vez pensaron que pagamos 50 dólares por ellas o que las robamos, pero nos costaron muy caro. Nadie patea mi moto. Pensaron que porque estaban en medio de 300 mil personas podrían patearlas y salir impunes. Cuando ves algo que es tu vida, donde has invertido todo lo que tienes en ella y lo quieres más que otra cosa, cuando alguien la patea, pagará por eso. Y lo hicieron. Yo no soy uno de esos pacifistas. Puedes llamarnos hippies o como lo prefieras, pero algunos estaban drogados. Es una pena que nosotros no. Bajaron la colina gritando que atacaron a alguien, pero no siempre éramos nosotros. Pero eso sí; cuando fueron los Angels, se las vieron negras”.

Y es que efectivamente, en otra parte del filme, Jagger afirma que la idea era alcoholizarse, drogarse y escuchar música.

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Asistente bajo influjo de las drogas durante la filmación y el concierto.

Antes de la muerte

Una nueva escalada en la tensión es cuando arriban los Hell’s hasta el frente del concierto con sus motocicletas, pasando prácticamente por encima de todos los asistentes.

Fue cuando tocaron “Simpatía por el diablo”, cuanto empezó el horror y el pleito, mientras que Jagger decía “hermanos y hermanas, cálmense por favor”.

“Siempre pasa algo raro cuando tocamos esa canción”, dice Jagger, aturdido.

Justo también en ese momento, una mujer evidentemente drogada y desnuda, trataba de abrirse paso hacia el escenario, cuando uno de los Hell’s Angels la baja de manera violenta.  

“Necesitamos una ambulancia en esa carpa”, pedía otro voluntario, ante la indiferencia rockstar de los organizadores.

El punto culminante de la película es cuando un hombre de color, entallado en un traje verde, saca un arma y trata de arremeter ¿contra Jagger? ¿Para disparar a los Rolling Stones? ¿Para disparar contra uno de los Hell’s Angels?

Y se arma el zafarrancho. Uno de los editores tiene la paciencia para mostrar a Jagger cuan cercano estuvieron de ser muertos.  El momento es sombrío. uUno de los miembros de los Hell’s, saca un arma punzocortante y ataca en varias ocasiones al negro, apuñalándolo de manera violenta. Jagger observa pensativo.

Por su parte, Charlie Watts afirma: “No creí que estuviera pasando nada. No oía nada, estábamos a un lado. Cielos, qué desgracia”.

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El hombre con el traje verde fue asesinado durante la filmación.

Cientos de sobredosis

El documental, que detalla lo más relevante del concierto se realizó en diciembre de 1969, muestra detalles de vendedores de drogas ofreciendo hasish y LSD a los asistentes.

Otro de los diálogos significativos, es cuando un voluntario va con el equipo organizador y le avisa que hay una persona que está sufriendo una sobredosis de drogas, a lo que el organizador simplemente le dice:

“No voy a vigilar a 150 mil drogadictos”.

Otra joven, entre ingenua y feliz, afirma que una muchacha está dando a la luz; otra chica radical de izquierda pide aportaciones en efectivo para los “Panteras Negras” y denuncia que el gobierno de Estados Unidos los quiere asesinar y acallar.

El documental muestra a decenas de mujeres y hombres desnudos, bailando, y alterados por psicotrópicos. Otras tomas muestran cómo desalojan violentamente a varias jóvenes que desean ver a Mick Jagger.

Hay diversas tomas de la presentación de los Flying Burrito Brothers, mientras que otro hippie pedía la asistencia de un médico, ya que por otro pleito con los Hell’s, golpearon a un joven y lo sacaron violentamente del área.

“Quietos, quietos”

Grace Slick, de la banda Jefferson Airplane, también tiene sus momentos de tensión en el concierto, debido a otro pleito y agresión de los Hell’s cuando tocaban. Tensa, solamente acierta a decir varias veces “Tranquilícense. Tranquilícense”.

Finalmente, llega un cierre simbólico de la película con la canción estelar de fondo.

La breve secuencia es fenomenal, porque muestra un éxodo simbólico —no solo el de los jóvenes hacia la realidad de sus vidas—, sino también a algunos crudos, marchitados, cansados, y que tendrían que volver, tarde o temprano, a la realidad, con sus parejas, con sus hijos a cuestas, con una reflexión sobre el equilibrio entre el hedonismo y la responsabilidad, aturdidos con la música o simplemente relajados. Ahí termina la era hippie y todo su ensueño.

“Gimme Shelter”, a sus casi 50 años, no dejará de ser una cubetada de agua fría a las intenciones juveniles hedonistas, pacifistas y que rompió para siempre el esquema de “sexo, drogas y rocknroll”. La violencia, real, la irrelevancia, el desinterés de la estrella de rock, la indiferencia por el prójimo, el temor ante el violento, la ley del más abusivo y el abuso de las drogas, enterró el sueño hippie.

Todo se salió de control.
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El término del sueño.