Una de las subtramas más importantes de la película muestra la rivalidad periodística que tenían The New York Times contra el pequeño periódico familiar de Kay Graham.
“The Post, los oscuros secretos del Pentágono” vendría siendo la precuela de “All the presidents men”, en la que Steven Spielberg reúne a Meryl Streep y a Tom Hanks para insistir en la premisa cinematográfica de que la prensa es un poder que, bien usado, puede lograr un equilibrio frente a los otros tres poderes dentro de un Estado moderno.
“The Post” es un relato vertiginoso de la filtración de varios documentos clasificados conocidos como los Pentagon Papers, que eran propiedad del gobierno de los Estados Unidos, los cuales revelaban la intervención militar en Vietnam y otros lugares en el mundo desde hace más de 30 años.
Gobierno de EU, en la mira
Los documentos detallaban lo que los políticos decían que no era cierto: Que el gobierno de Estados Unidos, verdaderamente sí estaba perdiendo la batalla económica, psicológica y social en Vietnam, que a costa de miles de vidas de americanos, se siguió sosteniendo un conflicto en Asia que ya estaba perdido para Norteamérica.
Los documentos llegan a las manos de Ben Bradlee (Tom Hanks) y Katharine Graham (Meryl Streep), director y primera editora del Washington Post, respectivamente, quienes tras muchas luchas por equilibrar sus amistades con el poder y los obstáculos de ser apenas una empresa que acababa de cotizar en la Bolsa de Nueva York, se debaten para publicar los documentos que, de ser ciertos, podrían salvar la vida de miles de combatientes en Vietnam.
Streep interpreta a una mujer empresaria en medio del machismo empresarial de los años 70 en Estados Unidos. La misoginia, y la desconfianza a la mujer, eran símbolos inequívocos de las batallas que vendrían décadas más tarde.
Una de las subtramas más importantes de la película lleva y muestra la rivalidad periodística que tenían el influyente “The New York Times” contra el pequeño periódico familiar de la familia de Kay Graham.
Contra las noticias falsas
Uno de los relatos centrales de la película es la importancia de la libertad de prensa, justo en el momento en que el entonces presidente de Estados Unidos, Donald Trump, traía una perorata contra las fake news y los medios de información, de ahí otra de las importantes aciertos del judío Steven Spielberg.
Cabe resaltar la actuación del actor Robert Odenkirk, quien está a las órdenes de Bradlee y logra hacerse de los paquetes y las fotocopias de las indagatorias, con riesgo de ser encarcelado por dar a conocer documentos de Estado y que en su momento estaban clasificados, dada su importancia.
Aunque de manera mediática y a través de filtraciones, Richard Nixon, el presidente de Estados Unidos, hará lo posible por evitar que dichos documentos salgan a la luz.
Ante ello, dará comienzo un enfrentamiento histórico con la prensa, que pondrá en peligro la subsistencia del periódico mismo y no solo eso, pondrá a prueba una de las enmiendas en los que se fundamenta el Estado norteamericano contemporáneo.
Más allá de lo que la historia relata, para aquellos que son periodistas, reporteros, editores o que aún se siguen preparando en las aulas de clase, la cinta hace un llamado en la ética del periodismo, al no caer en la censura y en el chantaje, pero principalmente a querer y amar la profesión.