Miedo, tristeza, dolor, soledad, muerte, enojo. Las emociones, el nuevo paradigma patológico de este siglo.
Por Paco Martín García
No pocas veces el abuelo nos decía:
“Las palabras son semillas…”
Como nunca en la historia de la raza humana nuestra condición es preocupante, estamos enojados, andamos solos, andamos indiferentes, andamos como que ya nada nos importa.
Parece contradictorio con el imparable “avance” de la civilización o la ciencia; al parecer vivimos una involución social, política, moral, espiritual.
“You Need A Lot Of Data” (Tú necesitas muchos datos o información) afirma el manifiesto contemporáneo en estos tiempos de legalidad cibernética.
¿Será cierto?
O será que hemos excedido la producción de comunicación verbal o escrita y estamos como saturados ya sin saber bien qué o cómo hacer.
Otro tema relevante es la ansiedad. Ansiedad en los pensamientos y el comportamiento.
¿Qué? Y ¿Por qué? Son los cuestionamientos clave de esta patología.
Miedo, tristeza, dolor, soledad, muerte, enojo. “Las emociones” el nuevo paradigma patológico de este siglo.
El arma más poderosa del ser humano
Son muchos los temas, desafíos y patologías.
Pero hay un factor que destaca en nuestra actualidad. Es con respecto a la herramienta o arma más poderosa del ser humano.
“La muerte y la vida están en poder de la lengua…”
“La lengua tiene poder para dar vida y para quitarla…” Prv.18.21 TLA
En el original se puede leer: La muerte y la vida están en la mano de la lengua. “En la mano”, es decir, en la voluntad (deseo, propósito, intensión, objetivo).
¿Las palabras son solo “palabras”?
Si pudiéramos ver con claridad esta verdad, definitivamente cambiaria nuestro diario actuar… Nuestro diario hablar (mejor sea dicho).
¿Ha usted reflexionado en todo aquello que nuestra boca elabora, declara, concibe y provoca?
Comenzando por el cerebro, una sola palabra puede afectar las hormonas, el nivel de cortisol, emociones, etc. Todo puede ser afectado.
“Aparta de ti la perversidad de la boca, y aleja de ti la iniquidad de los labios.”
“No te rebajes diciendo palabras malas e indecentes.” Prv. 4.23 TLA
“… porque de la abundancia del corazón habla la boca.” Lucas 6:45 b
La lengua
3 Hermanos míos, no pretendan muchos de ustedes ser maestros, pues, como saben, seremos juzgados con más severidad. 2 Todos fallamos mucho. Si alguien nunca falla en lo que dice, es una persona perfecta, capaz también de dominar todo su cuerpo.
3 Cuando ponemos freno en la boca de los caballos para que nos obedezcan, podemos controlar todo el animal. 4 Fíjense también en los barcos. A pesar de ser tan grandes y ser impulsados por fuertes vientos, se controlan por un pequeño timón a voluntad del piloto. 5 Así también la lengua es un miembro muy pequeño del cuerpo, pero hace alarde de grandes hazañas. ¡Imagínense qué gran bosque se incendia con tan pequeña chispa! 6 También la lengua es un fuego, un mundo de maldad entre nuestros órganos. Contamina todo el cuerpo y, encendida por el infierno, prende fuego a todo el curso de la vida.
7 El ser humano sabe domar y, en efecto, ha domado toda clase de fieras, de aves, reptiles y bestias marinas; 8 pero nadie puede domar la lengua. Es un mal irrefrenable, lleno de veneno mortal.
9 Con la lengua bendecimos a nuestro Señor y Padre, y con ella maldecimos a las personas, creadas a imagen de Dios. 10 De una misma boca salen bendición y maldición. Hermanos míos, esto no debe ser así. 11 ¿Puede acaso brotar de una misma fuente agua dulce y agua amarga? 12 Hermanos míos, ¿acaso puede dar aceitunas una higuera o higos una vid? Pues tampoco una fuente de agua amarga puede dar agua dulce. Santiago 3.1-12 NVI
Comprender las palabras
El “cómo vives” está relacionado directamente con el “cómo hablas.”
Hagamos un ejercicio…
Una dinámica tipo “auditoria” de lo que hemos declarado o hablado hoy, bueno y malo. Del fruto consciente, probablemente inconsciente pero sí voluntario y por supuesto responsable de nuestra lengua.
Vayamos más allá e intentemos auditar nuestras palabras en lo que va del año.
Y qué de aquellos recuerdos del fruto de nuestra lengua (generalmente de momentos adversos o problemas), que seguramente quisiéramos borrar y deseamos nunca hubieran sucedido.
¿Qué de lo bueno?
¿Qué de lo malo?
Bendiciones, halagos, buenos deseos o… maldiciones, injurias, chismes, mentiras, sarcasmos, depravaciones, burlas, vulgaridades, menosprecios, insultos.
¿Terrorífico no le parece?
¿Habrá manera de restituir, reparar o compensar por todo ese daño provocado por nuestras palabras?
Le invito a releer Santiago 3.1-12
A la luz de la Verdad no es exagerado comprender que las palabras determinan nuestra realidad, nuestras emociones, nuestras relaciones, nuestros proyectos, nuestra economía, nuestra salud fisca, emocional y espiritual.
Y definitivamente determinan, afectan, modifican forman o deforman la vida de aquellos quienes han sido objetivo o blanco de nuestras palabras.
Prosperidad, seguridad, aceptación, oportunidades, éxito; o pobreza, enfermedad, calamidad, rechazo, fracaso, inconvenientes, accidentes… aún la misma muerte.
“Una sola palabra tiene el poder de modificar la condición de los genes que regulan el estrés físico y emocional”, según el Doctor Andrew Newberg
Hablar mal
Quiero tomarme un momento para destacar un punto que me parece muy importante; no pretendo sobre espiritualizar el tema, sugerir una postura mística o descontextualizar esta verdad. Entiéndame, es un principio tan real, vigente y extraordinario como el viento, el mar o el amor; es textual y fielmente el efecto irrefrenable de la energía (positiva o negativa, constructiva o destructiva) de nuestras palabras.
“El lenguaje no solo describe la realidad, sino que además es capaz de crearla. La forma de hablarnos a nosotros mismos afecta tremendamente nuestra manera de relacionarnos con el mundo.”Mario Alonso Piug (Médico español especialista en cirugía general y digestiva).
El término “Maldición” no es precisamente una declaración, sortilegio, frase o condenación de cierta autoridad mística oculta. La definición elemental es la siguiente: “Expresión o conjunto de palabras con la que se invoca o se declara el mal para una persona.”
Seré más específico:
Maldición es “hablar mal”.
Considere usted responder sinceramente las siguientes preguntas:
¿Busca usted mejorar en los aspectos más relevantes de su vida?
¿Desea usted el bien para los suyos?
¿Ha buscado sin encontrar respuesta para un mal que le ha traído vergüenza, dolor o incredulidad?
(La siguiente cuestión probablemente le parecerá “extraña” pero créame, es cierta. Sé y he experimentado en carne propia la vergüenza e inseguridad que produce) ¿Sufre usted o alguno de los suyos algún mal cutáneo o dermatológico que no ha conseguido sanar?
¿Sabe que la Verdad es aplicable a cada aspecto de la vida del que cree?
Las preguntas antes planteadas están directamente relacionadas con el fruto de nuestras palabras.
La promesa sigue aún real, poderosa y vigente; el artista tiene aún el pincel en la mano. La verdad no es un documento arcaico o revocado.
Le repito: La Verdad sigue vigente.
“Amado, yo deseo que tú seas prosperado en todas las cosas, y que tengas salud, así como prospera tu alma.”
“Amado hermano, le pido a Dios que te encuentres bien, y también le pido que te vaya bien en todo lo que hagas, y que tengas buena salud.” 3 Juan 1:2 TLA
Nota: He desarrollado un estudio más específico sobre este tema y lo he sintetizado en una charla – conferencia con el título “El poder de las palabras”.
“Y DIJO Dios: Sea la luz; y fue la luz.” Génesis 1:3.
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