Esto, que podría parecer una afirmación salida de un manual de filosofía cuántica para economistas confusos.
Mónica Monica Elizabeth Pagano / Researcher in Blockchain Frameworks for Real Estate and Financial Systems
Pero es realidad el punto de partida de una obra meticulosamente ignorada.
Y ha sido ignorada por quienes más deberían haberla leído: los emisores de tokens con aspiraciones de saltarse la normativa financiera española.
La La Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) lo dice con claridad meridiana (y bastante paciencia): un instrumento financiero es un contrato que genera un activo para uno y un pasivo para otro, con capacidad de negociación en mercados financieros.
Traducción: si se puede comprar, vender, transferir y parece una inversión, probablemente sea una inversión. Pero en el mundo de los whitepapers creativos y las interpretaciones libres de la ley, eso se transforma en un juego semántico donde la palabra mágica “no negociable” se repite como un mantra, aunque la realidad técnica grite lo contrario en Solidity.
¿El truco? Asegurar que el token no es un valor negociable porque dicen que no lo es, aunque el contrato esté desplegado en Ethereum, bajo el estándar ERC-20 —el epítome del tráfico libre, generalizado e impersonal.
Es como ponerle una etiqueta de “No es vino” a una botella de Rioja, esperando que Hacienda no se dé cuenta de que huele a tempranillo.
Lo realmente fascinante es que el token en cuestión se presenta como no transferible, a pesar de que ya ha circulado más de 360 veces entre apenas 8 holders. Eso sugiere un nivel de “no negociabilidad” digno de una obra de Kafka.
¿Son transferencias entre los mismos ocho iluminados? ¿Simulación de liquidez? ¿Un complejo ritual interno para que parezca que el mercado existe? La blockchain no miente, pero los folletos informativos hacen malabares.
Ah, y sobre la falta de transparencia: el contrato inteligente ni siquiera está verificado en PolygonScan. Ni código fuente, ni auditabilidad, ni garantía alguna de lo que realmente hace o deja de hacer.
A estas alturas, ni Schrödinger sabría decir si el token es transferible o no sin abrir la caja. Pero eso no impide que se sigan emitiendo como si nada… desde una SL. Porque si vas a jugar a los mercados financieros sin supervisión, que sea con estilo y mínima estructura societaria.
Y no, no se trata solo de un error de interpretación o de una omisión inocente. Se trata de tomar una teoría —el uso de limitaciones tecnológicas para evitar que un token se considere un valor negociable— y manipularla con la misma torpeza con la que se plagia sin citar.
Es la diferencia entre aplicar un marco regulatorio con rigor y usarlo como coartada para eludirlo. Spoiler: lo segundo tiene consecuencias.
Porque en efecto, si los tokens se transfieren, si su contrato no impone limitaciones reales, si se comercializan abiertamente y si son adquiridos por una pluralidad de inversores... entonces tenemos todos los ingredientes para que esto sea considerado una emisión encubierta de valores. Sin folleto, sin autorización, sin pudor.
Y aún más divertido: el folleto afirma que el préstamo participativo en el que se basa el token no será objeto de tráfico generalizado ni impersonal.
Pero se implementa en Ethereum. Es como declarar que vas a construir una biblioteca silenciosa en el medio de Tomorrowland. El entorno lo contradice.
El resultado es una mezcla explosiva de ignorancia regulatoria, oportunismo comercial y desprecio por la propiedad intelectual. Porque encima, el marco teórico usado para justificar la estructura fue tomado —mal y sin crédito— de un trabajo ajeno.
No contentos con violar la normativa financiera, deciden añadir plagio a la ecuación. Como si emitir 6,808.857 de tokens para recaudar supuestamente 574.440 € no fuera ya suficientemente sospechoso.
Y aquí estamos, ante un caso que combina desinformación, abuso de conceptos jurídicos y una alarmante confianza en que nadie está mirando. Pero lo están.
Porque el futuro de la tokenización no se construye sobre trampas semánticas ni sobre blockchains oscuras. Se construye sobre claridad, legalidad y respeto por el conocimiento.
La innovación, bien entendida, es una palanca de transformación. Mal entendida, es solo una excusa para no hacer los deberes. Que no te vendan lo segundo envuelto en tecnofábulas. Porque, como bien sabe quien ha escrito esto antes que tú, lo que se tokeniza sin criterio... termina por... completa tu la frase! 😎
La tokenización no debe ser un atajo especulativo, sino una herramienta sofisticada para democratizar el acceso a ciertos activos, siempre desde un marco jurídico claro y con el inversor en el centro del modelo.
Este artículo forma parte de una serie de publicaciones sobre el futuro de los activos digitales y la inversión en el sector inmobiliario. Puedes encontrar más reflexiones sobre este y otros temas en mis libros y próximos lanzamientos.
Para más información: (https://www.youtube.com/@BlockchainRealEstate/videos)