De los momentos más álgidos que podemos encontrar en la dinámica de los sistemas religiosos es cuando la máxima autoridad es elegida.

Rolando Macías Rodríguez / Investigador independiente – México
Lo anterior, ya sea por definición propia, como sucede en algunos sistemas religiosos en los que a través del llamado de Dios o del Espíritu Santo (en la mayoría de las ocasiones) se autodefine como el guía o pastor de una comunidad de feligreses.
En otros sistemas, por el contrario, se designa al dirigente por designación del previo o por alguna afinidad de carácter filial o emotivo. Finalmente, tenemos otros tantos sistemas religiosos en los que la designación de esa autoridad máxima es a través de una votación de la comunidad, ya sea una comunidad cerrada y específica (consejo de ancianos o autoridades de rango alto o medio) o por la comunidad de creyentes del sistema, en general.
Momento católico significativo
En esta ocasión, el análisis que presento se relaciona con la puesta en escena cinematográfica del momento más importante del sistema religioso católico para la designación de la máxima autoridad, el papa.
Para la elección del sumo pontífice católico se hace mediante la reunión del consejo cardenalicio en el que se lleva a cabo el llamado “cónclave”, el cual deriva de la palabra latina cum clave (bajo llave o encerrados) e implica que los cardenales sean aislados del mundo para evitar intromisiones de éste, en algunos tipo o forma, que pudiera nublar su juicio y no tener una elección del nuevo obispo de Roma.
El motivo de realizar este acto deviene de las participaciones políticas que se tuvieron en la época de la Edad Media y, por tal motivo, en motivación de “regresar” la sacralidad del acto, el Papa Gregorio X promulgó, durante el Concilio de Lyon en 1274 la bula Ubi periculum, en la que se establecía la ley de encerrarse para la nueva designación papal.
Sin embargo, a partir de ese momento y hasta el último cónclave que tuvo lugar en 2013, se han realizado diversas reformas a dicha ley en donde se han eliminado o sumado elementos, destacando que los obispos mayores a 80 años no tienen derecho a voto o que se necesitan al menos dos tercios de la votación total para que se tenga un nuevo Papa.
Juicios morales
Con esta información y a sabiendas de todos los juicios morales, sociales, políticos, económicos o culturales que ha tenido la Iglesia católica, sobre todo en los últimos años, como por el ejemplo el libro de Emiliano Fittipaldi, Avaricia. Los documentos que revelan las fortunas, los desándalos y secretos del papado de Francisco, el mundo jerárquico católico se ha visto escrutado en muchos frentes.
Bajo todo este panorama es donde insertamos la participación de la película dirigida por Edward Berger, “Cónclave”, la cual está basada en la novela de ficción de título homónimo del escritor y antiguo periodista de la BBC Robert Harris.
En el filme, identificado dentro del género de suspenso psicológico o thriller , aborda la dinámica interna de un “cónclave” ficticio, sin embargo, la dinámica y los temas políticos, económicos y morales que se tratan, discuten y se pelea al interior de dicho acto con el objetivo de elegir “correctamente” al sucesor de San Pedro, empero, lo que nos refleja esta película, más allá de su carácter ficticio, retrata muy bien varios de los problemas de la realidad del mundo católico.
Sector católico contra la diversidad
Por una parte, la facción tradicional romana que está en contra del progreso, la diversidad y las minorías, y desea retomar el poder para hacer una nueva guerra religiosa, ¿acaso está retratando a la curia romana? También, aparece la facción progresista, la cual busca un nuevo papa con ideas renovadoras y dialogantes del catolicismo con los otros sistemas religiosos, ¿serán los sacerdotes por el tercer mundo o la facción de Francisco?
Igualmente se vislumbra la facción africana que se ve desdeñada por dinámicas culturales propias de sus comunidades, ¿rama ficticia o real? y finalmente, un latinoamericano que aparece como el secreto del papa, con perfil bajo y que, al final de la película, nos da un guiño a una de las leyendas papales más conocidas, la papisa Juana (el correspondiente Benedicto III en el 855-857), pero renovando la teoría para el mundo actual.
Sin lugar a dudas, esta película, más allá de la ficción, nos da un panorama laxo pero muy cercano a la realidad de cómo es la dinámica política al interior de la jerarquía católica. La pregunta que nos queda hacer es ¿Qué tanto es verdad y que tanto es ficción de la película? tal vez nunca lo sabremos pero muchos nos lo imaginaremos.









