La elección de Robert Francis Prevost, convertido en León XIV, sorprende por su simbolismo y por la urgencia.
Para el catolicismo, América Latina ha sido históricamente el bastión por excelencia, pero las últimas décadas han invertido esa tendencia.
Según el Latinobarómetro de 2021, Honduras o Brasil, el número de evangélicos ya rivaliza con el de católicos y se ha venido impulsado por redes sociales, apoyo político y una retórica emocionalmente poderosa que promete salvación, pertenencia y prosperidad inmediata.
Ante esta oferta, la Iglesia católica tradicional se ha visto lenta, rígida y elitista. León XIV, sin embargo, llega con un perfil inesperado, según destaca un análisis de Ángel Fernández Recuerdo para el medio digital Jot Down (https://www.jotdown.es/2025/05/leon-xiv-la-estrategia-de-roma-frente-al-auge-evangelico-en-america/).
Evangélicos: marketing corporativo
La elección de Robert Francis Prevost, ahora León XIV (contiene) una advertencia y propósito: recuperar el rostro ilustrado y popular del catolicismo frente a un cristianismo evangélico que se expande con una eficacia digna del marketing corporativo.
Para el analista, el éxito del evangelismo estilo brasileño, ha tenido éxito: “Las iglesias evangélicas, especialmente las neopentecostales, se han expandido con extraordinaria rapidez gracias a su simplicidad doctrinal, su estructura flexible y su mensaje de éxito individual. La llamada “teología de la prosperidad” no solo promete salud y riqueza, sino que las presenta como signos inequívocos del favor divino”.
Evangélicos rechazan la diversidad sexual
Y agrega: “Este cristianismo empresarial, que mezcla autoayuda con liturgia, ha colonizado la política en países como Brasil, donde Jair Bolsonaro contó con el apoyo ferviente de líderes evangélicos, como Edir Macedo, fundador de la Iglesia Universal del Reino de Dios (o Pare de Sufrir)”.
El analista critica además la labor social de los evangélicos, que en parte, sí es real: “Las iglesias pentecostales, a menudo, suplen la ausencia del Estado y el abandono de las parroquias. Ofrecen ayuda concreta, alimentos, empleo informal, contención emocional. Todo, eso sí, enmarcado en una visión literalista de la Biblia, con fuerte rechazo a la ciencia, a los derechos reproductivos, a la diversidad sexual y a cualquier forma de disidencia”.
Evangélicos, ¿neoliberales?
Sin embargo, el analista cree que los evangélicos no son críticos y que está en riesgo el modelo de cristianismo en el siglo XXI, y encasilla, además, a estos creyentes en el neoliberalismo:
“El evangélico, (está) conectado con el neoliberalismo, con el poder masculino, con el éxito individual, con la literalidad bíblica, con una retórica de salvación inmediata y un desprecio por la cultura crítica. Otro, el católico —al menos en su vertiente más ilustrada—, vinculado a la tradición, al pensamiento, a la justicia estructural, a la ciencia, a la duda. Uno reduce la fe a obediencia; el otro la amplía como espacio de reflexión”.








