En la enorme multiplicidad de mensajes y pensamientos en torno al fallecimiento de John MacArthur, algunos silencios son notables.

Antropología: Fallecimiento de John MacArthur, memoria y silencios en los evangélicos

El pastor estadounidense John MacArthur murió el pasado lunes 14 de julio de 2025 a la edad de 86 años, según su ministerio “Grace to You”.

Luis Felipe Ramírez Cerecero / ENAH -INAH México

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Fue hospitalizado con neumonía y deja atrás más de cincuenta años de carrera pastoral en la iglesia Grace Community Church en California. Fue una de las figuras clave en el evangelismo conservador contemporáneo, a veces categorizado como “el papa protestante” por la relativa reverencia que se le tenía en algunos círculos evangélicos, también fue conocido por su énfasis en la predicación expositiva y por ser supuesto autor de más de 150 libros.

Su muerte desató de inmediato una ola de reacciones en las redes socio-digitales y en los círculos evangélicos. Figuras importantes como Miguel Núñez, pastor de La Iglesia Bautista Internacional (IBI), y Tom Patton, otro pastor de Grace Community Church, expresaron gratitud por la carrera de MacArthur, destacando su fidelidad a la Biblia, su coherencia doctrinal y su influencia en diversos ámbitos espirituales de todo el mundo evangélico.

Lógica evangélica

Estos discursos, impregnados de reverencia, forman parte de una lógica evangélica de canonización simbólica, en la que la figura de este pastor es elevada al rango de modelo ejemplar del cristianismo.

Sin embargo, estas narrativas también conviven con posiciones críticas, especialmente en plataformas como Facebook, Instagram o “X”. Algunos usuarios recuerdan las polémicas posturas de MacArthur como su rechazo a las medidas sanitarias durante la pandemia, su rechazo a ciertos movimientos sociales, su tratamiento autoritario y encubrimiento de casos de violencia de género en su iglesia. Este contraste muestra que, más allá de la conmemoración institucional de ciertos círculos evangélicos, la muerte de MacArthur reactiva y nos da un panorama de la multiplicidad de ideas, creencias y formas de ver la muerte en el complejo mundo evangélico.

En la enorme multiplicidad de mensajes y pensamientos en torno al fallecimiento de John MacArthur, algunos silencios son notables. Ninguna de las voces institucionales menciona las polémicas que marcaron su carrera: sus posiciones abiertamente opuestas a ciertos movimientos de justicia social (como Black Lives Matter), su persistente negación de la pandemia de COVID-19, o la humillación pública a mujeres en su iglesia. Estos elementos, bien conocidos por el público evangélico, desaparecen en los discursos oficiales que prefieren celebrar una fidelidad inquebrantable a la Biblia. Este silencio opera una forma de encubrimiento simbólico, propio de los procesos de heroización religiosa.

Fabricar una idealización

Al evitar mencionar las controversias, los abusos de poder o las posiciones políticas polarizantes de MacArthur, sus partidarios, especialmente las instituciones y mediáticas evangélicas, participan activamente en la fabricación de una figura idealizada, ejemplar, santificada y casi mitificada. 

En este contexto, la memoria de MacArthur se convierte en un dispositivo institucional. No se pretende tanto transmitir una historia completa, sino más bien apoyar un orden simbólico dentro del mundo evangélico conservador, heredado de la distinción mosaica, es decir, una noción de separación radical entre la “verdadera religión” y lo “falso” introducida por el monoteísmo, marcando un quiebre con la tolerancia inherente al pluralismo religioso.

La muerte de MacArthur, lejos de cerrar los debates, reaviva en los creyentes evangélicos las preguntas en torno a la autoridad, la memoria y la responsabilidad institucional de los sistemas religiosos. Vemos una construcción selectiva de la memoria que elige recordar solamente al hombre idealizado al que Dios le dice “Buen siervo fiel, sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré” mientras se silencia la figura polémica sobre quien también podría recaer la sentencia “El que es injusto, sea injusto todavía; y el que es inmundo, sea inmundo todavía”.