La Declaración sobre la Eliminación de la Violencia contra la Mujer (CEDAW) establece que la violencia contra las mujeres es “todo acto que tenga o pueda tener como resultado un daño”.
Por Enrique Alfonso Romero Martínez / Investigador independiente – México

También “un sufrimiento físico, sexual o psicológico para la mujer, así como las amenazas de tales actos, la coacción o la privación arbitraria de la libertad, tanto si se produce en la vida pública como en la vida privada”.
Esta violencia se origina en la discriminación, la cual se entiende como: “toda distinción, exclusión o restricción basada en el sexo que tenga por objeto o resultado menoscabar o anular el reconocimiento, goce o ejercicio por la mujer, independientemente de su estado civil, sobre la base de la igualdad del hombre y la mujer, de los derechos humanos y las libertades fundamentales en las esferas política, económica, social, cultural y civil o en cualquier otra esfera”.
En términos generales la discriminación por género tiene sus raíces en la cultura entendida como aquel conjunto de valores, ideas, conceptos, reglas de comportamiento, creencias, prácticas, símbolos y normas que comparten un grupo de personas.
Religión, parte de la cultura
La religión como parte de la cultura es definida por Elio Masferrer como un sistema ritual, simbólico, mítico relativamente consistente, desarrollado por un conjunto de especialistas que se articula o participa en un sistema cultural y subcultural. Históricamente las religiones han legitimado y ejercido la violencia de género. Para Rita Segato se debe a que el patriarcado como orden político de dominación masculina se presenta enmascarado bajo un discurso moral y religioso.
Por tal motivo, en diversas religiones la dominación masculina y la violencia como instrumento de control, se legitiman a partir de mitos, símbolos y ritos. Estos a su vez se reproducen de manera sistemática mediante prácticas sociales, como, por ejemplo, el adoctrinamiento para la sumisión, la mutilación genital, la imposición del velo, la relegación de las mujeres al ámbito doméstico, el matrimonio a edades tempranas y muchas más.
En el caso específico de las creencias religiosas que influyen en la violencia en el ámbito de pareja, algunas investigaciones de corte psicosocial concuerdan en que las creencias religiosas de mujeres víctimas de violencia en la relación de pareja que contribuyen a tolerar y normalizar lo que sufren son principalmente la idea de amor incondicional y la esperanza en que su situación cambiará.
Sin embargo, también es sabido que las creencias religiosas brindan recursos para afrontar las violencias, tales son los casos donde mujeres víctimas de violencia se apropian de ciertas creencias religiosas para detener las violencias en sus relaciones interpersonales o adquirir resiliencia después de que son victimizadas.
Adaptar las creencias
Lo cual, desde el análisis antropológico es un claro ejemplo de cómo los individuos adaptan y ajustan las creencias religiosas con el propósito de dar sentido a lo viven y resolver sus necesidades existenciales. En este sentido, las creencias religiosas perpetúan y otras veces modifican el status quo.
El patriarcado y las violencias que han ejercido las religiones han provocado la pérdida de eficacia simbólica entre sus fieles, lo cual, ha obligado a los especialistas de estos sistemas religiosos a cuestionar y reelaborar sus doctrinas, teologías y prácticas con el propósito de subsistir y seguir compitiendo con otras religiones dentro del campo social. Lo que genera un conflicto enorme entre quienes desean continuar con la tradición y quienes optan por la innovación.
Es por ese motivo que de manera contemporánea se observan acciones encaminadas a incluir a las mujeres en cargos y puestos dentro de las estructuras religiosas que tradicionalmente han estado ocupados por hombres.
Iglesias, con tendencias woke
Además, se han elaborado teologías que incluyen la comprensión de Dios como madre y creencias en “energías femeninas, la diosa madre, lo sagrado femenino”. Asimismo, se observan acciones para la inclusión de la población LGBTIQ+ en las comunidades religiosas y la elaboración de teologías que no consideran que las orientaciones sexuales e identidades sexogenéricas distintas a la heterosexual sean pecaminosas.
Finalmente, es necesario destacar que, la investigación de la relación que existe entre creencias religiosas y violencia de género cobra relevancia en una sociedad donde la prevención y erradicación de las violencias y la discriminación son acciones para la garantía de los derechos humanos.
Además, podrá aportar a la comprensión de la compleja relación entre violencia y religión, así como la forma en que los sistemas religiosos se transforman para adaptarse a los nuevos paradigmas sociales.