En el Palacio de Iturbide del Centro Histórico, continúa la exposición “Miguel Covarrubias: Una Mirada sin Fronteras”.
Sin duda, uno podría pasarse horas viendo sus obras artísticas y escuchar, una y otra vez, Rapsodia en azul de George Gershwin’s Rhapsody, y eso solo sería el inicio.
José Miguel Covarrubias Duclaud nació en la Ciudad de México en 1904, de familia artística, de joven se interesó por el arte, y dejó la Escuela Nacional Preparatoria, para iniciarse como periodista gráfico en El Heraldo, El Mundo y El Universal Ilustrado.
Su gran talento e inteligencia le abrió las puertas en las revistas más importantes de la moda y la cultura en Estados Unidos, como Vanity Fair, Vogue, New Yorker y Fortune en 1924. Regresó a México en 1936 y ahora miró hacia la historia mesoamericana, la investigación y la docencia.
Su biografía impresiona: además de su trabajo creando caricaturas de grandes estadounidenses como Ernest Hemingway, Gloria Swanson y Calvin Coolidge, fue profesor en la Escuela Nacional de Antropología e Historia y director de la Escuela de Danza del Instituto Nacional de Bellas Artes.


Miguel Covarrubias y el viaje al jazz
Según Vera Dunkan, el viaje de 1924 que hizo que Covarrubias le permitió ver “la belleza donde nadie la había visto”.
En ese año, 1924, precisamente la prestigiada revista internacional Vanity Fair, le publicó una serie de ilustraciones sobre los afroamericanos de Harlem; se dice que fue la primera vez que la cultura afroamericana apareciera en las páginas de la icónica revista.
Covarrubias, de 20 años, se encontraba en Nueva York gracias a una beca otorgada por el gobierno de México.



Su biógrafa, Adriana Williams, señala: “Harlem era primo hermano del barrio bohemio de Ciudad de México, donde Miguel se había criado. Ambos eran lugares de encuentro para intelectuales, artistas y personalidades de la época, y durante el periodo en que Miguel los conoció, ambos fueron centros de un renacimiento espiritual relacionado con el redescubrimiento cultural (…) el redescubrimiento se vio impulsado por un renacimiento del arte creativo, en particular del arte folclórico. Para los negros de la década de 1920, el arte folclórico se comunicaba en forma de blues, jazz, canto espiritual y danza, y Miguel estaba allí para plasmarlo”.




Covarrubias se relacionó con todas las personalidades del Renacimiento de Harlem, y todos conocían su obra. Entre sus amigos se encontraban Ethel Waters y Florence Mills, los escritores James Weldon Johnson, Zora Neale Hurston y el famosísimo poeta Langston Hughes. W. C. Handy, quien fue el primer antólogo de blues publicado en Estados Unidos, también le conoció.
No fue fácil esta incursión creativa. W. E. Du Bois se sintió ofendido por la representación que Covarrubias hizo de los afroamericanos, mientras que James Weldon Johnson y Langston Hughes (…) admiraron la vitalidad de las imágenes y la admiración del artista por el jazz, el blues y la danza de los negros».


Harlem Renaissance
El artista tuvo la fortuna-osadía-atino de coincidir con un destacado grupo de intelectuales y artistas mexicanos en aquella emblemática ciudad estadunidense y, ser parte del movimiento “Harlem Renaissance”, o renacimiento de Harlem.
La publicación de Vanity Fair fue uno de los primeros reconocimientos de la cultura afroamericana entre las clases medias y altas – y blancas – de Estados Unidos, quienes leían la revista.
Pero en general, la comunidad afroamericana de Harlem, quienes se asumían como el “New Negro Movement” (Movimiento del Nuevo Negro), se dieron cuenta que el artista mexicano construía su arte a partir de las expectativas de la élite blanca.
La osadía de un mexicano
Por ello, las ilustraciones de Covarrubias fueron profundamente subversivas en su contexto. Con los textos de Eric Walrond, un afrocaribeño, que resaltaban el caló de Harlem, y el ambiente cosmopolita y cultural, la revista planteó una nueva visión de la cultura del jazz y el blues, propuesta sumamente vanguardista.
Influenciado por el estilo musical que nació en los barrios de Nueva York, Covarrubias realizó una serie de ilustraciones para varios artistas, además de colaborar activamente en el libro The treasury of the blues, mismo que presentó “el padre del blues”, W. C. Handy.



Especialista del Smitsonian en Estados Unidos, nos habla sobre el legado del artista:
La muestra se complementa con videos, pinturas, libros, fotografías, caricaturas y otras piezas. Te recordamos que la exposición estará en el Palacio de Iturbide hasta el 21 de septiembre de 2025, en Francisco I. Madero 17, a dos cuadras de la Torre Latinoamericana, en el Centro Histórico.
Con información de Fomento Cultural Banamex, Revista de la Universidad de México, National Portait Gallery.
https://npg.si.edu/blog/miguel-covarrubias-caricatures-jazz-age-and-harlem-renaissance

Es menester que el pueblo de Dios, los evangélicos, se acerquen a las obras de la cultura más relevantes. Miguel Covarrubias es muestra de ello. Llama la atención que en una de sus obras plasma la oración de una persona de color ante las injusticias.
La Biblia nos llama a ser luz en las tinieblas y acercarnos a estas expresiones artísticas. El arte también es una virtud que perfecciona el alma, y ha servido para transmitir himnos de alabanza, los salmos, la música, para contemplar, admirar y renovar nuestra mirada. El arte busca a través de la belleza visual, llegar a la belleza trascendental, y hacer visible lo invisible.
