Tolkien, el célebre escritor, contribuyó con la Biblia de Jerusalem con el relato de Jonás.
Desde la aparición de la película “El Señor de los anillos” en 2001, dirigida por Peter Jackson, se han manejado diversas teorías que apuntan en el sentido que el relato fantástico contiene ciertos paralelismos con las diversas crónicas que contiene la Santa Biblia.
Aunque originalmente la trilogía de libros de “El Señor de los Anillos”, fue publicada entre los años 1954 y 1955 y que es su libro más popular, el universo de Tolkien se extiende a través de diversas obras literarias.
Hay quienes mencionaban que Sam era una especie de Espíritu Santo que siempre protegía a Frodo de las amenazas del Gollum; que Arargon es una representación paralela de Jesucristo, ya que es la historia de un rey que regresa a tu tierra para retomar su gloria y pelear con los demonios (los orcos) y Saruman (que sería una especie de Serpiente antigua o satanás).
Pero lo que sí es real, es que su autor J. J. R. Tolkien, sí era un asiduo lector de la Santa Biblia, y aún más: realizó la revisión de algunos libros de la Biblia.
Cosmogonía y teología
“Ahora pensemos en Tolkien. No está claro hasta qué punto Tolkien conocía los conocimientos sobre el Biblia hebrea, pero como católico devoto, sin duda conocía la Biblia misma”, señala en un ensayo el critico Kevin R. Hensler, en su ensayo “Dios e Ilúvatar: el uso que Tolkien hace de los paralelos y tropos bíblicos en su cosmogonía”.
“También estaba familiarizado hasta cierto punto con el hebreo, aunque su conocimiento del hebreo era Probablemente menos excelente que su conocimiento de las lenguas germánicas y clásicas. Se sabe que Tolkien modeló el lenguaje enano según la estructura del lenguaje semítico, con el hebreo probablemente sea su principal inspiración. Tolkien vio paralelismos sustanciales entre los enanos errantes y los judíos errantes en la diáspora, ambos en el exilio de sus patrias”.
Conocía la lengua
Según el crítico, Tolkien contribuyó a la traducción de la Biblia de Jerusalem, y de manera especial, del libro de Jonás. También se sabe que el escritor, amigo de otro grande de la literatura como C.S. Lewis, también poseía conocimientos del hebreo.
“…con la creación/despertar de la humanidad que se produce el proceso de creación da como resultado el mundo tal como lo conocemos, habitado por plantas, por animales y por nosotros. Sin embargo, en la Biblia se muestra esa creación humana, pero en las obras de Tolkien, probablemente, es muy intencionalmente, solo insinuado”, dice con respecto a la idea de los relatos del Silmarillion, a los Ainur que entran en la creación, los Valar y Maiar.
En estas narraciones, dice Tolkien “el mundo mismo se establece antes de lo reconocible. Se crean paisajes con plantas, animales y cuerpos celestes. Los Valar y Maiar entran en el mundo, las diversas plantas, cuerpos celestes y animales se crean”.
Paralelismos literarios
“Otro paralelo obvio, continúa Hensler, “es entre la creación del mundo por parte de Ilúvatar a través de la orden ¡Eä! ¡Que se hagan estas cosas!” y de Dios, usando la frase “Que se haga la luz”. En ambos casos, la nueva creación surge tal como se le ha ordenado: “Y fue la Luz” en la Biblia, y en el Silmarillion, “de repente los Ainur vieron a lo lejos una luz”.
Otro pasaje con inspiración bíblica es el relacionado con “Laurelin y Telperion, los dos árboles de otro mundo terrenal. El Paraíso, Valinor, es paralelo a los Árboles de la Vida y del Conocimiento en el Jardín del Edén”.
El autor continúa haciendo diversos paralelismos: “El Silmarillion, y el Ainulindalë en particular, pueden ser los libros más profundos de Tolkien. Obras increíbles. Siento que la narrativa de la creación de Tolkien es tan profunda como la bíblica. Historias de la creación. En esta obra, Tolkien abordó los temas teológicos más complejos, entre ellas, la aparente contradicción entre el libre albedrío y la providencia divina, que él trata con tanta maestría como jamás he visto. Tolkien reelaboró e incorporó ideas y tropos de la Biblia y otras partes de su composición. En este acto subcreativo, hizo algo nuevo”.
La Santa Biblia, reiteramos, es uno de los libros más destacados en la historia de la humanidad.